El encargo de final de semestre consistía en tratar de responder lo más profesionalmente a un encargo hecho por un cliente hipotético representado por los alumnos del taller. Para esto cada alumno escribió una carta con todos sus gustos y preferencias tanto en cualquier ámbito que este encontrase crucial en su vida, como en la arquitectura que prefería. Luego, cada carta se repartió de tal manera que representase un desafío para el alumno, para finalmente revelar que el proyecto se llevaría a cabo en un complicado terreno de un cerro de Valparaíso. El encargo consistiría en crear una segunda vivienda para este cliente, emulando una situación no muy fácil a resolver en el contexto, tal cual podría llegar a suceder en una situación laboral. Así, el estudiante debería saber satisfacer tanto las necesidades y gustos del cliente, siempre tomando en cuenta y fomentando el contexto en donde se llevaría a cabo la construcción.
El proyecto daba la facilidad de poder enfocarlo hacia una buena vista del paisaje, y eso fue una de las decisiones clave y en común que se dieron a lo largo de la resolución de la problemática. Claramente, la idea de fomentar el uso del entorno es uno de los elementos que dieron las mayores peculiaridades a las obras, lo cual en conjunto con la resolución de las dificultades del terreno y la inclusión de las soluciones arquitectónicas para las necesidades y gustos del cliente dieron paso a unos resultados realmente mejores de lo esperado.